El rio Ganges nace en el Himalaya y recorre más de 2500 kilómetros hasta llegar al Golfo de Bengala, donde junto con el rio Brahmaputra forman el delta más grande del mundo.
Cuenta la leyenda que las aguas del Ganges danzaban por los cielos mientras la tierra de la India moría de sed. Para cortar esta agonía un Rey imploró a los dioses que cayeran sobre la tierra las aguas del cielo, y así fue. Sin embargo, la brutalidad con la que las aguas caían amenazaban con poner fin a la humanidad. Apiadándose del pueblo, el dios Shiva puso su cabeza ante la violenta corriente y las aguas se deslizaron por sus cabellos durante mil años, sin peligro para los hombres. Desde entonces, el Ganges es el río más sagrado de la India.
Aunque el rio es sagrado en toda su extensión, Varanasi (o Benarés) es la ciudad por donde pasan las aguas del Ganges más sagrada de India. Fundada por el dios Shivá, Varanasi recibe a miles de peregrinos y es sitio de rituales, rezos y cremaciones.
Con el deseo de algún día morir allí y así alcanzar la salvación, los hindúes visitan Varanasi al menos una vez en su vida y se bañan en las aguas del Ganges.
A primeras horas del sol, llegamos a las orillas del rio sagrado, el camino por aquellas escalinatas marcó un antes y un después en mí. Los ojos no me alcanzaban para ver todo lo que sí quería ver y lo que no. Entre mis pasos algunos hombre tirados en el piso, inertes, como si acaso no fueran de la misma especie que yo. Algunos rezan o meditan, otros saben que están muy enfermos y se dejan morir, cerquita de la salvación. A unos metros, en la orilla, un cuerpo flota, lo miro y saco la mirada. No puedo verlo más.
Más adelante otros se bañan, se cambian los trapos y se sientan, no sé por cuánto tiempo. Unos pasos más y aparecen los templos, se escuchan cánticos. El calor ya se empieza a sentir.
Tomamos una barca por el contaminado rio. Los guías pedían no sacar los brazos del bote ni tocar el agua mientras yo seguía viendo a aquellos hombres sumergirse y beber del río. El paseo comienza y a lo lejos se ve una fogata, más cerca se ve cómo unos muchachos cargan leña y la agregan a la pira donde alguien, como tú y como yo, está siendo cremado. Entre medio, caminan algunas vacas.
El paseo sigue, las escalinatas grises son ahora multicolores, son las sombrillas de los sacerdotes privados. que atienden las plegarias de los ricos. El río se transforma en escuela y varios niños se ayudan de flotadores para aprender a nadar, las risas y los chapoteos borran la triste escena que queda unos metros atrás.
El paseo se acerca a su fin y las escalinatas, llenas de tierra, se cubren de blanco. Son las ropas de las lavanderas, sábanas y telas blancas son fregadas en el río para secarse luego bajo el sol. Llegamos a destino, dos hombres pronuncian sus palabras por micrófono, yo no los entiendo pero los escucho.
India es de esos países donde uno piensa, se pregunta, se plantea, intenta entender. India es mi antes y mi después, aquí comprendí que no debía comprender, solo enriquecerme con diferencias.