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LO QUE QUIERO CONTARLE A MIS NIETOS

Antes de emprender el viaje, vivimos unos meses con el abuelo. Entre sobremesas y otros momentos de charla, 97 años de experiencia se transformaban en historias asombrosas a las que me gustaba escuchar atenta, hacer preguntas e incluso grabar. Cada vez que el abuelo me contaba cómo cruzó la frontera o viajó de polizón, o cuál era su trago favorito en un bar de Francia, yo pensaba en lo mismo: "yo jamás voy a tener una anécdota así para contarle a mis nietos". Mi vida venía siendo lo que estaba planificado que fuera, nadie me había obligado a hacerlo, pero en cierta forma todos esperaban que lo hiciera. Todos esperaban que estudiara, lo que fuera, pero algo "normal" claro, algo que te permita una salida al mercado laboral, no algo que simplemente te haga feliz. Y así, me recibí de contadora. Ya tenía pareja estable, así que en breve se venía el casamiento y los hijos. Sueños que yo también tenía (tengo), porque son los pasos que hay que seguir, es simplemente lo normal. Es la vida que todos esperan que hagamos. Cuando empecé a vivir mis propias aventuras y a coleccionar anécdotas como el abuelo, sentí que todo lo que pensaba del mundo estaba equivocado. Me di cuenta de lo locos que estamos, llenos de etiquetas y prejuicios. Trabajando como burros de carga para comprar más y así ser más felices. A menudo creemos que quienes viven de mochileros, son nómadas errantes que buscan escapar de algo, que huyen para no enfrentar. Y hoy me doy cuenta de que sí buscan huir, pero no de sus vidas sino de las nuestras, de la rutina, del consumismo, de los prejuicios, de la vida prearmada y del reloj que nos corre de atrás gritando que nos queda poco tiempo para cumplir con las expectativas de la sociedad.


Hoy la necesidad de saciar todos mis gustos en el shopping center se han ido transformado en austeridad y el ansia por acumular más y más anécdotas crece día a día. Quiero contarle a mis nietos que pude, que arriesgué, que lo dejé todo alguna vez para recibir mucho más a cambio. Quiero contarles como visten en otras partes del mundo y qué comidas cocinan. Quiero que sepan que diferente no es peor ni mejor. Quiero demostrarles que las fronteras no son más que líneas en un mapa y que no hay que ser rico para recorrer el mundo.


Voy a contarles que vale la pena.


¿Y tú, qué es lo que le quieres contar a tus nietos?

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