Berlín es una de las ciudades más vibrantes de Europa, de esas ciudades donde se puede encontrar actividades para todos los gustos, repleta de arte y eventos, moderna y oscura a la vez. Pero viajar a la capital de Alemania es también la oportunidad de perseguir las huellas de su pasado más terrible.
En mi viaje a Berlín, y a pesar de que soy bastante blandita, una de las visitas que más disfruté fue la del Berliner Unterwelten, los refugios antibombas en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, una de las visitas que me quedó pendiente fue la de los Campos de Concentración y Memorial de Sachsenhausen.
Como no me gusta escribir sobre lo que no conozco, pero quería acercar información práctica a los viajeros, mi amigo y compañero de viaje, Nico, nos contó su experiencia en su visita a Sachsenhausen. ¡El primer guest post del blog!
Haz click aquí para visitar el sitio web de Sachsenhausen.
"El lugar, es icónico, si de la Segunda Guerra Mundial hablamos. Es historia viva. Si bien la instalación está desmantelada en un 80% (está mayormente vacío), conserva ejemplos de sus unidades, de manera de poder imaginar el funcionamiento. Además tiene diferentes memoriales.
Punto a favor: es gratuita la visita.
Punto en contra: está alejado bastante del centro de la ciudad (al noroeste).
Para llegar hasta ahí, tenemos que usar una combinación: primero el Transporte Público de Berlín, usando un “Boleto ABC” (costo: unos 5 Euros), y tomando la línea S1 con destino “Oranienburg” (50 minutos); y luego en esa estación tomar un bus con dirección “Malz” (20 minutos más; terminan en el campo y está señalizado; costo: 2 Euros).
La primera impresión al llegar es extraña: estar dentro de esta planta te moviliza, te hace situar en aquellos años; ya la puerta de entrada que dice “Arbeit macht frei” (El trabajo te libera) nos va anticipando lo que vamos a ver.
Si bien yo fui con apenas una noción básica de esta parte de la historia en particular, se puede aprovechar la visita de todos modos, ayudándonos con los audios que vamos reproduciendo. Quizás si se tuviera un poco más de conocimiento acerca de la SGM se podría sacarle más jugo más la visita, o quizás focalizarla para algún punto que me llamara más la atención.
Uno se siente en la época casi automáticamente; es más, hay partes donde uno quisiera abstraerse de toda la crueldad que tiene ante sus ojos al recrear lo que nos van narrando. Afecta la sensibilidad de todos en mayor o menor medida; si bien recomiendo la visita (y me atrevo a decir que es un imprescindible de Berlín), también recomiendo evaluar a su vez “el aguante” que cada uno tenga a estas situaciones, ya que hay partes un poco crudas (como ver los hornos crematorios, celdas de castigos, algunas fotos, etc.).
En general, como el lugar es muy amplio y tiene varias secciones, no tenemos el problema de la aglomeración de turistas que a veces hasta resulta molesta; además, en cuanto a la duración del paseo, como básicamente vemos lo que nos interesa, será la que nosotros mismos estemos dispuestos a darle, pero de todos modos podremos recorrer casi su totalidad en unas dos horas y media. Claro que esto es muy subjetivo, ya que podemos estar varias horas más o irnos en mucho menos tiempo.
La visita siempre la vamos complementando con las “audioguías” (costo: 3 Euros) que están muy buenas, incluyen un mapita de la instalación, y que están en varios idiomas, incluyendo el español.
También está la posibilidad de hacer un tour guiado con una persona que habla en español (costo: 14 Euros), pero es muy específico en cuanto a horarios. Por información sobre esta visita guiada en español recomiendo visitar esta página.
Si contamos con tiempo de sobra, lo mejor sería hacer una visita con guía; pero si no tenemos tanta disponibilidad, recomendaría la audioguía ya que te da más libertad (en el sentido que puedo adelantar partes que no considere tan relevantes). Recordemos que podemos prescindir de ambas herramientas, pero creo que valen la pena cualquiera de ellas.
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