Los turistas que viajan varios días por la capital alemana, al igual que los berlineses que buscan una escapada cercana, no pueden perderse de visitar la pintoresca Potsdam.
Recomendada por muchos viajeros experimentados y ubicada a media hora en tren desde el centro de Berlín, Potsdam se convierte en el paseo ideal para despedirse de Alemania llevándose una clara imagen de los tiempos prusianos.
Los amantes de palacios y jardines imperiales tendrán oportunidad de quedar bien saciados mientras que los que quieran combinar arquitectura antigua con un poco de cultura alemana moderna también resultarán satisfechos.
La verdad es que nosotros llegamos a Potsdam sin saber mucho sobre los sitios que tiene para recorrer, ni los nombres ni dónde estaban ubicados. Por eso, y porque el transporte público es caro, decidimos tomar un bus turístico de 14 euros (de sistema hop on-hop off) para movernos por toda la ciudad bajando en los sitios de interés y hacernos de un mapa con todas las atracciones eficientemente ordenadas y así aprovechar el tiempo al máximo.
Nuestra primer parada fue en el Filmmuseum desde donde caminamos hasta el Parlamento Regional de Brandeburgo, un imponente edificio reconstruido tras ser totalmente destruido por las bombas. Bordeándolo y entrando en una plazoleta de importantes instituciones, conocida como Alter Markt, se llega a la Iglesia de San Nicolás que acapara las miradas con su preciosa cúpula verde, el antiguo ayuntamiento que hoy funciona como museo y los jardines del Parlamento.
Luego nos fuimos a disfrutar de una Potsdam más moderna pero aún cargada de historia: el animado barrio holandés. El Holländisches Viertel se reconoce por su centenar de casitas de ladrillo rojo típicas de los Países Bajos. Una tras otra, las casas que una vez pertenecieron a inmigrantes holandeses, hoy en día recrear un centro comercial y de ocio con diversas tiendas, heladerías, bares y restaurantes.
Junto con las casas y los coquetos comercios otro atractivo del barrio son las calles de piedra y los faroles.
Además de los restaurantes instalados es posible encontrar alguna feria pequeña con puestos de comida donde comprar alguna salchicha o pizza por un precio accesible.
Andando unas cuadras se llega a la Puerta de Brandeburgo construida en 1770 con motivo de la victoria de Prusia frente al Imperio Austríaco. Aunque es más pequeña que el arco que lleva el mismo nombre en Berlín, la de Potsdam es la más antigua.
Nuevamente en el bus nos dirigimos hacia un sitio con historia reciente: el Puente Glienicke, más conocido como Puente de Espías por haber sido el sitio donde los rusos y los americanos intercambiaban los espías capturados durante la Guerra Fría.
Seguimos camino hacia los palacios, pasando por la antigua prisión de la KGB, una colonia rusa y el palacio Cecilienhof donde se celebró la Conferencia de Potsdam entre Stalin, Churchill y Truman en 1945.
El Palacio Nuevo es un palacio situado en el lado occidental del parque real de Sanssouci de unas dimensiones increíbles.
Hoy en día, la Universidad de Potsdam utiliza algunas de las instalaciones del Palacio para sus clases de Filosofía y Letras.
Una parada más y estábamos en el sitio más famoso de la ciudad: el Palacio de Sanssouci, cuyo estilo Rococó maravilla a todos los turistas que vienen a conocer el antiguo palacio de verano oficial del Rey Federico II de Prusia.
Además de su colorida fachada, las escalinatas y jardines del parque son dignas de unas cuantas fotos.
Marcando un gran contrastre con la capital alemana esta ciudad de 167.000 habitantes se ha vuelto cada vez más popular y ya casi es destino obligatorio para los que viajan a Berlín.
Conocer Potsdam: hecho.